domingo, 19 de diciembre de 2010

Los muertos vivientes.


Fueron tales los improperios acaecidos en mi casa, que de la pantalla de televisión nos miraban anonadados los muertos vivientes.
-¡Gracias a que es solo una novela televisiva! -Suspiraban de alivio.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

La guillotina.

La guillotina falló, y según lo establecido, el condenado a muerte pudo marcharse en total libertad, con regocijo ante los presentes, luciendo airoso la integridad de sus elementos.

viernes, 5 de noviembre de 2010

El amor.


Las enciclopedias no constatan ni cotejan casi nada del amor. Nada de técnicas afectivas ni de reencuentros estratégicamente premeditados. Pero ambos sabemos manejarnos, es por lo que reconozco una vez más este hilo, es el de siempre, que me llevará nuevamente hacia ti. Ahora yo lo recojo dócilmente, y en una explosión de pasión te lo entrego a modo de carrete, para facilitar el próximo casualismo.

lunes, 13 de septiembre de 2010

Teorema de pitógoras.


 Si Pitógoras levantara la cabeza, le resultaría imposible reconocer su teorema, después de que sus catetos se hayan convertido en verdaderos ejecutivos, y a pesar de que hayan cambiado tantos los tiempos, siguen con la parecida táctica de huir por la tangente en busca de hipotenusas con senos exuberantes.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

El mono.


Después de diez largos años enseñando al mono para que escribiera algo coherente, toma su bolígrafo y comienza a escribir su vida como hombre… Un verdadero insulto para cualquier domador que se estime.

El escarabajo.


¡Quién lo había de decir! ...Y es que para un desdibujado escarabajo, es un verdadero placer haber encontrado una recien enlabiada boñiga.

La locomotora.

Juan se casó con una locomotora. Durante veinte largos años viene sacando provecho de ella, fruto de un trabajar por cuenta propia que nunca le faltó. Algo acomplejado por la aparatosidad de su máquina, le hace no disfrutar casi nunca del perfecto amor.

Intolerancia aerostática.


Ya los no tantos tontos se hacen pompas de jabón del tamaño de globos aerostáticos, y los naturales, que siempre le espantaron los artificios, no terminan de reconocer que se trata de lo oriundo y siguen, camino de ser más tontos, observando a estos con fatua e impúdica mirada.

El Joven Chín.

En la antigüedad existían sabios a los que se podía acudir en busca de consejo, este es el caso del joven Chín que carecía de padres, de tíos, de hermanos, e incluso de amigos a los que parecerse, con los que forjar su carácter. Un día decidido, fue a ver a el gran sabio Tzú.
"Vengo a ti porque necesito una regla en la vida"
El gran sabio meditó durante largo rato y finalmente explayó al joven: "Toma el horizonte…"
El niño se fue a orillas del mar, y esperó el adelantado atardecer. Tomó un trozo de esa línea recta que contrasta el mar y el cielo en diferentes tonos gris violetas, ese tramo lejano rojo azulado que asienta en el negro grisáceo de la esfera terrestre.
Desde entonces, no ha parado de bajar la marea.

Mi pijama.

Mi Pijama duerme solo, vacío, sin mí… Ahí en la friolera de la madrugada, de cuando en vez atrapa resfriados escandalosos. Yo por el contrario vivo en impecable estado de salud, calentito y sin uso, acurrucado en el cajón del ropero.

Disfrute verdadero.


Los números cobraron vida y se desordenaron del interior de los libros de matemáticas. A partir de entonces, fue cuando los humanos descubrimos el inigualable y verdadero disfrute que regala lo imperfecto.

Antes de nacer.


Se le antojó que la edad debería ser un dato por lo que queda y no por lo vivido. Así, a sus cuarenta comenzó a restarse. Al año siguiente de cumplir los cero añitos se fue enumerando con negativos.
A su precaria edad, todavía recordaba aquella estúpida preguntita que le hacían sus papás y que él, azorado, nunca encontraba respuesta: << ¿Dónde estabas antes de nacer?>>
Ahora ya esa cuestión era una evidencia.

lunes, 14 de junio de 2010

Matar el Rato.


A cada vez que deseo matar el rato, moribundo y picardeado este, elucubra quién sabe qué nueva maquinación en mi contra para seguir sobreviviendo.

El Bebé.

Al bebé le han regalado un osito de peluche; Ojos saltones, boquita alegre.
En su juego, enloquecido lo toma y lo retuerce, lo colma de zarpazos y con un torpe y súbito abrazo se lo coloca estremecido a su costado.
<<¡Llegó la hora del baño!>> Le exclaman, y el nene arruga su frente y comienza un caluroso llanto. La madre piensa: Tiene hambre.

Estrés capital.

A pesar de mi buena vida, el desplazamiento de mis sentidos produce en mí un estrés capital:
Tengo mis ojos abarrotados de melodías, mis oídos inundados de perfúmeles, mi nariz sonrosada de tocar, mi piel colmada de manjares, y mi boca repleta de paisajes.

miércoles, 24 de marzo de 2010

Una bicicleta en la nariz.

Tengo una bicicleta en la nariz, salgo y regreso al trabajo en ella.
No temo por lo incómodo que pudiera parecer el asunto, no. Lo que me ocurre es que chirría la cadena y me pican los piñones.

Aprendiz de Mago.

Se presentó en mi casa y me insinuó: -Soy un aventajado aprendiz de mago, y me gustaría hacer algunas pruebas en su gallinero.-Hágalas, a ver si gracias a usted dejo de ser pobre de una vez por todas -Le aventuré.
Entró, apuntó mal y el hechizo recayó sobre el gallo de corral. No ocurrió lo que yo esperaba, pero al menos me maravillo a cada tarde viéndolo posado sobre el palo más alto, luciendo sus huevos de oro.

Rumbo a la deriva.

El barco se enamoró, y haciendo caso omiso al patrón, puso rumbo a la deriva persiguiendo una preciosa y sensual ballena.

El dormilón.

Nada... Que no hay maneras de despertar al dormilón. Lo empujo, lo retumbo, pero nada de nada. Se me ocurre una idea... <<¡Mira... Un cantacanaletas!>><<¿Dónde, dónde, dónde?>> Responde sobresaltado el dormilón.

Un pueblo muy conocido.

Era un pueblo muy conocido, porque todos sus habitantes eran de risa facil.
Cierto día descubrieron que la disposición de sus laderas y montañas, producían remolinitos de viento, que causaban unos ataques de cosquillas terribles.

Supositorios para ojos.

Mi ignorancia me ha dejado ciego.
Juraría que en algún lugar del prospecto leí que se trataba de supositorios para ojos.
¡Válgame Dios!

El zapato veloz.

Conocí una vez a un zapato que corría tanto, que siempre se encontraba al final del diccionario.

Un dinosaurio.

<<¡Fabián...!, eso que ves ahí posado sobre el limonero, es un dinosaurio>>
<<¡Un dinosaurio!>> Exclamó expectante.
De la algarabía, el dinosaurio rompió a volar, dejando la ramita vacía y temblorosa.

Un mundo paralelo.

Dios creó un mundo paralelo, con hembras eléctricas. En este otro, había menos violadores y a los que aun insistían, se les encendía la cabeza como a una bombilla.

¡Qué agradecido!

¡Qué agradecido! Tan solo le regalé un estuche de lápices de colores, y ahora él me regala a cada día; Mariposas, pájaros, peces, flores, Arco irises...

miércoles, 24 de febrero de 2010

Un caracol con patas.

En un prestigioso laboratorio del sur de España, mediante pruebas con mutaciones de varias especies animales, engendraron un caracol con patas. Pero tenía el problema de que corría demasiado deprisa.
Resbaloso y veloz; se escapó y aún andan buscándolo por los mundanales de Dios.

Banda de pasacalles.

Era una banda de pasacalles de mediana calidad, con repertorio reducido, cuyos músicos eran tan animales, que la tarea primordial del instrumento no era otra que la del cencerro.

Una amenaza de muerte.

Apuntaba con una pistola a su marido, amenazándolo de muerte.
Mientras a él, le dio tiempo de advertirle: -¿Si me matas, contra quién vas ha cargar las culpas del vivir cotidiano?
Ella accedió a la reflexión, en un sensual ejercicio de ablande.

Mi universo.

Fui creado en un universo, distinguí un mundo, tropecé con un continente, elegí un país, opté por una ciudad, construí una vivienda, ocupé una habitación, conecté Internet y te conocí a ti.

Chupacirios.

Era un chupacirios, más nadie lo creía porque su heterosexualidad era pública y notoria.
Nadie lo vio jamás en ningún templo. Nadie supo de él que hubiera sido Monaguillo, cura, ni obispo.
Sin constancias ninguna de que hubiera recibido los sacramentos del bautismo, primera comunión, ni matrimoniales.
Él en su más completa intimidad, lamía cirios. ¡Y Punto!

La luna que explotó.

Aquel científico llegó a la conclusión, de que las estrellas eran restos de una segunda luna que hace mucho tiempo explotó. Su teoría me pareció poco menos que estrafalaria.
Al indagar en su vida, me enteré que estuvo casado con dos mujeres a la vez.

Sin querer la escriben.

Hoy por fin, comencé a descubrir la tercera cara de las hojas del papel. Ahí tan disimuladita, fruncida y plisada; justo en el lateral de las dos conocidas. Aquellas que raro lector lee y que todos los escritores sin querer la escriben.

Arte contemporáneo.

Era un tontón tirando de un palillo de piruleta, que estuvo levitando sobre una tela de araña y esta a un pico de leña.
Agarrado a él, había un hilo atado a una tontubería aparentando un mástil en el interior de una cáscara de pistacho que se figuraba un barquito de vapor.
Un Tintín rellenaba la tontubería con un rastro de canaleta y tomaba el timón hecho de rollitos de papeletas.
-¡Pronto, rumbo a la deriva!- Exclamó el tontón.
-¡A tus órdenes!- Acometió el tintín.
La araña accedió.

¡Qué vergüenza!

Hubo una vez un DIU que enganchó a un pene en una relación muy indecente.
Después de la operación para separarlos, los familiares de ambos fueron a visitarles.
¡Qué vergüenza!

Miedo atroz.

Todas las noches me entra un miedo atroz, hasta el punto de creerme que en cualquier sombra, hubiera las más terribles criaturas venenosas.
Cada mañana, recién levantado, encuentro que ya no están. Pero se confirma mi sospecha cuando miro y encuentro pellejos de víboras, excrementos de serpientes, y hasta lazos atrapa reptiles.

Arreglo mecánico.

En cuanto coincidieron, se compenetraron.
Ella profunda y resbaladiza, él amargo, erguido y caliente.
Ha tenido que hacer multitud de zigzag para penetrarla hasta el final.
¡Vaya! ¡He vuelto a olvidar la arandela!

¡Arriad las velas!

-¡Arriad las velas!- Ordenó el capitán.
Los marineros tomaron las velas y las tiraron al mar.
-¡Estáis locos!- Replicó.
Los marineros corrieron todos a la enfermería.

Un Gusanomio cuentista.

Era buena práctica aquella del Gusanomio cuentista, que su creación la inflaba y desinflaba como globos hechos de un chicle.
Finalmente la redujo a un bello y escueto Microrelato que decía: “Era buena práctica aquella del Gusanomio cuentista,…”